¡Miren! El gobierno mexicano acaba de poner en circulación monedas conmemorativas del centenario del inicio de la Revolución. Y entre ellas está una de cinco pesos con la efigie de ¡Ricardo Flores Magón! ¿Qué tiene de extraño? Pues que Flores Magón dedicó su vida y obra a difundir la idea de que sería mucho mejor vivir sin gobierno: era un anarquista.
Sería divertido ponernos a perorar sobre la incongruencia que representa que el gobierno actual, cada vez más conservador y controlador, le haga un homenaje a quien luchaba por la abolición del poder y que expresó: "La rebeldía es la vida: la sumisión es la muerte"; pero no es esa mi idea (el hecho de que el supuesto gobierno del cambio pusiera en un pedestal de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres a Heliodoro Hernández Loza, representante del charrismo priísta al que supuestamente combatían, lo cura a uno de espanto, en lo que a incongruencias se refiere). Más bien voy a aprovechar la oportunidad para hablar acerca del Anarquismo, un tema que me parece incomprendido.
Cuando la mayoría de nosotros pensamos en anarquía, lo que nos viene a la mente son escenas apocalípticas: robo, destrucción, matanzas... relacionamos la idea de falta de gobierno con el caos. Después de todo, si nadie manda, todos harían lo que se les antojara y el mundo degeneraría en una espiral de violencia. Eso todo mundo lo sabe. ¿O no?
Pues no. Por lo menos, a partir del siglo XIX, varios pensadores opinaron lo contrario, y abogaron por una sociedad libre de un poder supremo, una sociedad sin Estado, en la que las personas harían uso de su sentido común y de su moralidad para formar redes de relaciones en las que los individuos y las comunidades se desarrollaran sin ninguna forma de opresión, explotación ni coerción. Algunos de estos primeros pensadores fueron el francés Pierre-Joseph Proudhon y los rusos Pyotr Kropotkin (admirado por Oscar Wilde) y Mikhail Bakunin . Estos señores influenciaron profundamente a los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón, quienes compartían su ideal de un mundo sin amos, propiciaron la Revolución Mexicana e inspiraron y dialogaron con hombres como Emiliano Zapata, cuya lucha admiraban y quien en una histórica y fotográfica ocasión tuvo la oportunidad de sentarse en la silla presidencial, pero no lo hizo.
En una auténtica sociedad anarquista, los individuos y las colectividades se hacen responsables de sus propias acciones, es decir, sería una verdadera sociedad madura, no una como la nuestra donde las autoridades se ven como padres a los que se les delega toda la responsabilidad y se les otorga todo el poder para que tomen decisiones por nosotros.
Pero ¿es posible que la gente viva sin jefes? Pues la Comuna de París fue un intento que quien sabe a dónde habría llegado si no la hubieran destruido desde el exterior. Y los Pirahã del Amazonas viven sin jerarquías sociales desde hace mucho tiempo, en una especie de comunismo primitivo.
Ahora bien, en esto de las utopías, no sólo hay un mundo posible, sino muchos. Así que en la actualidad tenemos corrientes como: anarco-colectivismo, anarco-comunismo, anarco-primitivismo y hasta anarco-capitalismo, entre otras. Obviamente, en un artículo de esta naturaleza, no podemos explorar todos estos temas, pero sí me gustaría hablar por lo menos de dos literatos de quienes se ha dicho que son anarquistas (hay más de los que se imaginan: Alan Moore y Michael Moorcock entre ellos).
El primero es ni más ni menos que J. R. R. Tolkien, escritor de la magnífica obra El Señor de los Anillos. ¿Sorprendido? Yo también me sorprendí mucho cuando leí acerca de las tendencias anarquistas de este señor, reconocido católico, pero no todas las corrientes anarquistas son incompatibles con una visión religiosa de la vida, como nos lo demuestra Tolkien. A continuación intento traducir fragmentos de la cita donde habla de sus ideas políticas:
"Mis opiniones políticas se inclinan más y más a la anarquía (entendida filosóficamente: me refiero a la abolición del control, no a los bigotones que ponen bombas) o a la Monarquía 'Inconstitucional'. [...] 'Gobierno' es un sustantivo abstracto que se refiere al arte y el proceso de gobernar; debería ser una ofensa escribirlo con 'G' mayúscula para referirse a la gente que gobierna. [...] De cualquier manera, el estudio propio del Hombre es cualquier cosa excepto el Hombre, y el trabajo más indecoroso que cualquiera puede tener, incluso los santos (que, de todos modos, no es algo que deseen hacer), es mandar a otros hombres. Ni uno en un millón sirve para eso, y mucho menos aquellos que buscan la oportunidad. " *Puede resultar curioso leer esto, pero no resulta tan sorprendente cuando se piensa que, en El Señor de los Anillos, Tolkien elige como único rey apto a Aragorn, un hombre que no quería ser rey. O cuando leemos que la sociedad de los hobbits no tiene gobernante y ellos se rigen por una mezcla de tradición y sentido común. O cuando presenciamos que el Anillo Único, símbolo del poder centralizado ("One ring to rule them all"), es capaz de corromper hasta a los más bienintencionados y Frodo debe luchar no sólo contra Saurón, sino contra su propio impulso de usar el anillo y sucumbir ante su poder corruptor. Tolkien podrá ser un tradicionalista como el que más, pero sus ideas ciertamente tienen algo de subversivo.
La segunda, y mi preferida, sería la autora estadounidense Ursula K. Le Guin, quien ha explorado el tema del anarquismo desde una perspectiva éticamente muy relacionada con la filosofía del Tao y a través del género de la ciencia-ficción. En libros como Los Desposeídos, explora de manera abierta y con espíritu crítico una posible sociedad anarquista. Lo genial de Ursula es que no se queda ahí enunciando cómo "debería" ser la sociedad, como los ideólogos, sino que se mete a las profundidades del alma humana, de las relaciones entre individuos y, con enorme sabiduría, provoca la reflexión. Un brillante chavo anarco-punk (y que toca el acordeón) llamado Margaret Killjoy (sí, un chavo), se dio a la tarea de entrevistarla a ella y a otros autores de ficción anarquistas y compiló las charlas en un libro llamado Mythmakers and Lawbreakers.
Si saben inglés y tienen una hora libre, les recomiendo este video donde Ursula y Margaret presentan el libro y hablan acerca del anarquismo.
http://vimeo.com/9010456
Y termino con una cita de Lord Acton: "El poder tiende a corromper. El poder absoluto corrompe absolutamente. Todos los grandes hombres son hombres malos."
Por eso Zapata no se sentó en la silla presidencial. Y probablemente ni le acuñen una moneda.
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* Cita tomada de internet y traducida por mí, originalmente en: Tolkien, J.R.R. The Letters of J.R.R. Tolkien. Ed. Humphrey Carpenter. Boston: Houghton Mifflin Company, 1981.
PD. Tatiana Tagle publicó el siguiente comentario en la publicación original de este artículo:
Hola Tonatiuh! Me gustó mucho el artículo. Desde hace timepo que quería poner esto aquí pero tengo mi libro prestado. Es un fragmento de Espejos, de Galeano y creo que viene al tema:
Los reinos sin rey
Según los historiadores, y según casi todos los demás, la civilización Maya desapareció hace siglos.
Después la nada.
La nada: la realidad comunitaria, nacida del silencio y en el silencio vivida, no ha despertado ni admiración ni curiosidad.
Asombro sí despertó, al menos en tiempos de la conquista española. Los nuevos señores estaban desconcertados: estos indios sin rey habían perdido la costumbre de obedecer.
Fray Tomás de la Torre contaba, en 1545, que los tzotziles de Zinacatán ponían a uno a dirigir la guerra y “cuando no lo hacía bien, quitábanlo y ponían otro”. En la guerra y en la paz, la comunidad elegía a la autoridad, que era, entre todos, quien mejor sabía escuchar.
Mucho azote y mucha horca gastó el poder colonial para obligar a los mayas al pago de tributos y al trabajo forzado. En Chiapas, en 1551, el magistrado Tomás López comprobaba que se negaban a la servidumbre, y reprobaba:
-Es gente que tanto trabaja cuando ha menester y no más.
Y un siglo y medio después, en Totonicapán, el corregidor Fuentes y Guzmán no tenía más remedio que reconocer que el nuevo despotismo no había avanzado mucho. Los indios seguían “viviendo sin superior cabeza a quien obedecer, y todo entre ellos son juntas, pláticas, consejos y misterios, y sólo dudas para los nuestros”.